Cuando la flora y la fauna descansaban, era el momento de recoger la madera. Durante más de doscientos treinta inviernos, musculosos caballos de carga transportaban enormes troncos en los bosques patrimonio de las dinastías soberanas. Un suave tirón de las riendas y un sutil chasquido de la lengua eran suficientes para poner en marcha la labor. Haciendo malabares con la carga, con una gracia increíble y una precisión al centímetro, estos animales de sangre fría y gran fortaleza llevaban la madera abriéndose paso por la espesura helada hasta el lugar de la tala. Una polea que sirvió para esta tradicional forma de transporte constituye el corazón de LICHTENFELS.