En lo más profundo del bosque se escondía el modesto castillo de agua. Su foso, abastecido por un arroyo, lo compartían en verano los nenúfares, los patos esmeralda y una pareja de cisnes. En invierno, los zorros dejaban su huellas sobre el puente de piedra nevado. Un sofisticado sistema de tuberías con muchos accesorios y coloridas válvulas de mano conducía el agua al patio del castillo y regaba el jardín de la casa de campo, creado gracias al ingenio de Hildegard von Bingen. La válvula de agua original de WALDBRUNN simboliza el ciclo de toda vida.